26.12.10

Navidad

Se bajó del auto y dio media vuelta para verlo. Él la miró con aire triunfal y le dedico un: - ¡Feliz navidad! -. Nada iba a borrar la sonrisa estúpida de su cara repugnante. Por fin había logrado su objetivo y ella no entendía porque, después de tanta resistencia, se lo había dejado tan fácil.

Entró a su casa y se dirigió directo al baño. Se lavo los dientes con los ojos al borde de la explosión. Antes de salir se tiró sobre la alfombra y pensó que lo más triste era que ni siquiera le había dado asco, que encima lo había disfrutado. Lo que sí le repugnaba era ella misma, era ese gusto que tenía por las manos y los labios que cualquier otra mujer hubiese considerado lascivos y un tanto perversos.

Él inundaba su boca con su nombre, pero eso no lo sacaba de su letargo. Mientras ella lloraba tirada en el piso del baño, el salía del suyo, listo para ir a dormir y sintiéndose menos… No sabía porque la misma pregunta lo atormentaba hace meses y si hubiese sabido lo que pasaba esa noche, mientras el brindaba con sus amigos y tomaba una que otra copa, la respuesta lógica hubiese sido “Nada”. Probablemente si lo hubiese sabido, hubiese dejado de esforzarse.

Antes de llegar a su cuarto se detuvo frente al espejo del pasillo, dio media vuelta para verse y se dedicó un: - Feliz Navidad -. Si hubiese sabido que ese acto (o ese tipo de actos) era el que lo convertía en menos, probablemente no lo hubiese hecho. Pero era tarde, tendría que haber dejado de hacerlo en Junio.

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